Hay una esperanza perdida que nos empuja a soltar las cuerdas que nos mantienen erguidos, para volver a lo más primitivo de la existencia.
Nos quedamos acurrucados en un suelo húmedo y frío, esperando que todo pase, que la tormenta cese, que el dolor pare.
No nos reconocemos en el reflejo que nos devuelven quienes antes caminaban a nuestro lado.
El mundo gira en cámara lenta, y la vida pasa a la velocidad con la que pasan las cosas buenas, esas que nos rescatan una sonrisa en medio del huracán.
Quizá sea solo un momento de pausa, de silencio, de quietud.
Quizá solo sea un momento.
Quizá, solo sea.
Quizá, solo.
Quizá.