El frasco de las moneditas está ahí, transparente, lleno, con su tapa plateada bien sellada. Lo miro todas las mañanas y le hablo. Le pregunto cómo está. Siempre me contesta con silencios y me enojo. Él, tan lleno de moneditas es un tesoro que guardo para un momento especial.
Un día voy a romperlo, y voy a llorar porque va a sufrir. Yo sé que va a sufrir, el vidrio es grueso y resistente. No va a ser nada fácil abrirlo, se va a resistir.
En ese frasquito hay monedas en cautiverio, en peligro de extinción. Hay más grandes y más pequeñas y de todos los valores. Con ellas no compro nada y compro todo. Un día las voy a liberar y van a ser libres y felices. Nunca más van a sentir la opresión de estar encerradas, todas juntas, sin poder respirar. Nunca más van a tener que ver la realidad a través de un vidrio, grueso y resistente, que les distorsiona la visual.
Van a ser libres, moneditas, al fin.
