Aquellos ojos se miran entre la multitud.
Se buscan, impacientes, para no perderse miradas.
Se esconden en el bullicio de una calle desierta.
A plena luz de una noche de luna llena,
se refugian en sus párpados cansados de tanto mirar
Sus ojos son fugitivos,
náufragos de una balsa maltrecha,
que pereció en el profundo mar de su alma
buscándose entre los vestigios de un corazón destrozado.
Pudieron amarse en silencio,
amarse por los ojos y las manos,
acompañarse en la penumbra,
abrazarse en el infierno.
Sus ojos dejaron de verse.
Cegados por el destello del amor que no es,
del amor que no siente,
del amor que no sabe amar.
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