Y así van, cada uno por su lado, en sus mundos más privados.
No se miran, no se hablan, ni responden al llamado. Van ausentes, sordos, ciegos, muy ensimismados.
No hay alrededores ni cercanos.
Se mueven por inercia, desahuciados.
De lado a lado van, buscando carteles, pasillos y combinaciones, alterados.
Por los túneles se mueven, llevando sus almas a las apuradas, para llegar a un lugar determinado.
Se chocan, se empujan, se aprietan.
Los personajes del subterráneo son, por demás, desalmados
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