Calma

La sangre nos borbotea en las venas, y el golpeteo incesante nos dispara perdigones directo a la sien.
No hay barbitúrico que alivie tanto dolor.
Queremos estallarnos contra la pared, que la tortura termine por fin.
Cerramos los ojos. El negro se tiñe de destellos incandescentes. Nos arden los párpados, nos quema la retina.
Pensamos en el sol, el mar, la arena. Nos sentamos a mirar el horizonte en el monte más alto de la llanura más plana. Estamos abrazados en rio dulce de aguas tranquilas. Encontramos en las manos la paz que necesitamos para seguir adelante por el camino de tierra…
El galope de la sangre comienza a ceder. Llega la calma al fin. La respuesta son tus ojos.

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